“Así que, todas las cosas que queráis que
los hombres hagan con vosotros así también haced vosotros con ellos”
Mateo 7:12
Una hormiga fue hasta la orilla del río con el propósito de matar
su sed. La fuerza de la corriente termino arrastrando a la hormiga. Esta punto
de ahogarse cunado una paloma, que asistía a la escena desde la rama de un
árbol, arranco una hoja y la lanzo al río junto a la hormiga que se trepo
rápidamente flotado segura hasta la orilla. Poco después, un cazador de pájaros
apareció y, colocándose debajo del árbol preparo su escopeta para tirarle a la
paloma. La hormiga, percibiendo la intención del cazador, dio una mordida en su
pie. Al sentir el fuerte dolor, el cazador aúllo y callo al suelo. Con el
barullo la paloma alzo vuelo y escapó.
Una persona que ayuda a su prójimo seguramente será ayudada
también. A veces sentimos falta de un hombro amigo, de una mano extendida, de
alguien con quien podamos desahogarnos y buscar auxilio. Miramos alrededor y
percibimos que estamos solos. Nos sentimos rechazados por que nadie se interesa
por nuestra aflicción. Es en ese momento que recordamos que nuestra vida
siempre fue pautada por nuestros propios intereses. Que jamás nos ofrecimos
para ayudar a nuestros familiares y amigos, que la solidaridad es una
palabra vacías más en el diccionario. Vivimos rodeados de personas pero no
conquistamos amigos. Estábamos también en nuestro mundo particular que
juzgábamos no precisar nunca de nadie, sin darnos cuentas que cuando amamos y
servimos a prójimo no solo garantizamos la reciprocidad en un momento de
crisis, sino, principalmente, actuamos de acuerdo con la voluntad del Señor.