sábado, 21 de julio de 2012

alerta a todas la OBRERAS





Mi nombre es Rita, tengo 21 años. Mi familia y yo llegamos a la IURD cuando yo tenía 6 años. Fuimos liberados y entregamos nuestras vidas a Dios. Mi madre fue levantada a obrera y, a los 13 años, yo también.
A los 15 conocí a un pastor que se interesó en “orar” conmigo. Nos comprometimos después de un año y tres meses. Yo lo creía muy de Dios, no observaba los detalles y pensaba que hacer pruebas era una tontería. Ignoré el hecho de que él era nervioso, orgulloso y de que discordaba con la dirección de la iglesia.
Un día él fue reprendido y disciplinado a causa de su orgullo. Se sintió “injusticiado”, se llenó de resentimiento y abandonó la Obra. Intentaron alertarme. Un pastor conversó conmigo y dijo que su actitud no era la de un hombre de Dios. Escuché todo callada, pero dentro de mí crecía una rabia. Yo dije que me quedaría con él, que no lo abandonaría. Me acuerdo que la esposa del pastor me dijo: “Rita, el diablo te quiere agarrar”. No la escuché, por lo contrario, aquello alimentó aun más mi rabia.
Él se fue a vivir con sus padres, pues no teníamos dinero para casarnos. Nos enfriamos en la fe, dejé de ser obrera, raramente iba a la iglesia y comenzamos a apasionarnos.Mi familia terminó saliendo de la iglesia, estábamos todos perdidos. Él me dijo que tenía que casarse lo más rápido posible, que era ahora o nunca. Contrariando mi voluntad y la de mi familia nos casamos. Debería haber sido el día más lindo de mi vida, pero fue horrible. Sin iglesia, sin vestido de novia y con tristeza, pues poco tiempo antes yo me había acostado con él.
No hubo luna de miel, fuimos a vivir en una casa alquilada, en los primeros meses ya vinieron las deudas, el nombre sucio y la falta de dinero, pues él no tenía control para las finanzas. Peleábamos mucho, yo vivía triste, llegué a desear el divorcio. En busca de alegría fuimos a boliches y, tengo conciencia de que si hubiese muerto en aquella época, estaría en el infierno. Como dice el Obispo, acepté el “Beso de Judas” y, a causa de una emoción, viví el infierno. Entonces, me acordé de aquellas palabras: “Rita, el diablo te quiere agarrar”. Me agarró a mí, a mi familia y a mi salvación.
Fue cuando comencé a seguir su blog nuevamente. Yo sentía rabia hacia la iglesia, pero sentía paz cuando leía los mensajes de su blog. Lo leía todos los días, escuchaba los podcasts y eso fue quebrando mi corazón. Primero iba a la iglesia sólo para llevar el diezmo. Recuerdo que el pastor decía: “Hija, la fe viene por oír la Palabra”.Mi marido estaba cada vez peor, mi vida sin razón, entonces tomé la decisión de volver.
Una noche doblé mis rodillas y clamé a Dios para que bendijese a todos aquellos a los que yo les tenía rencor. Pronuncié uno por uno sus nombres, mi corazón dolía, parecía que se me iba a salir por la boca, pero los perdoné. Entonces tuve un encuentro con mi amado Espíritu Santo y todo el peso fue arrancado de mí. A partir de aquel momento, Dios me dio paz y sabiduría para lidiar con todos los problemas. Mi marido comenzó a acompañarme a la iglesia. Pasaron algunos meses y él volvió a orar, dejó las malas amistades y se puso firme.
Hoy soy obrera nuevamente. Mi familia está yendo a la iglesia y ya veo un cambio muy grande en mi madre. Trabajo en dos turnos para mantener los gastos. Mi matrimonio es otro, pero no ha sido fácil mi lucha para que mi marido cambie, sea responsable, más calmo y me de seguridad. Es su tercer empleo en cinco meses y todavía no puedo confiar en él en relación al dinero, pero creo que Dios va a transformarlo.
La moraleja de mi historia para todas las obreras es: NO HAGA EL DESEO DE SU CORAZÓN, por amor a su salvación. Estoy salva hoy solamente por la misericordia de Dios. Por favor obreras, no se eludan con un pastor educado, bonito y que conversa bien. Y ustedes que están de novias o comprometidas, observen, atentamente, absolutamente todo, pónganlo a prueba, y no se dejen engañar por la apariencia de santidad.
Yo podría haber evitado todo ese sufrimiento si hubiese sido racional, escuchado la Voz de Dios e ignorado a mi corazón. Coloqué en riesgo mi salvación y la de toda mi familia que se resintió.
Pido a Dios que tenga misericordia de mí, pues no quiero que mis manos estén sucias de sangre. Eso es muy serio, todo lo que yo pasé fue innecesario.
Por favor, no hagan como yo, pues estoy salva nuevamente, pero conozco muchas otras que no volvieron, que están en el mundo, y otras tantas que murieron.
Sra. Cristiane, agradezco por los mensajes en el blog, si Dios no la hubiese usado, probablemente yo no estaría aquí escribiéndole este email.
Rita

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