“Cuando a Ester, hija de Abihail, tío de Mardoqueo, que la había tomado como hija, le tocó venir al rey, ella no pidió cosa alguna sino lo que le aconsejó Hegai, eunuco del rey, encargado de las mujeres. Y Ester hallaba favor ante los ojos de cuantos la veían.” (Ester 2:15)
Todas las demás candidatas a esposa del rey, llevaron consigo algo que llamaba la atención del rey. En el caso de Ester, sin embargo, no era su belleza, su inteligencia o su éxito que atrajo la atención del rey y de todos los que la vieron, sino su sencillez y fe.
Todas las demás candidatas a esposa del rey, llevaron consigo algo que llamaba la atención del rey. En el caso de Ester, sin embargo, no era su belleza, su inteligencia o su éxito que atrajo la atención del rey y de todos los que la vieron, sino su sencillez y fe.
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