jueves, 28 de febrero de 2013

La Sepultura


“Pues el Seol no te expresa gratitud, ni la muerte te alaba. Los que descienden a la sepultura no pueden esperar tu fidelidad.”(Isaias 38.18)

Sólo aquellos que tienen una fe asumida en el Señor Jesucristo son conscientes de que los que descienden a la sepultura no pueden glorificarlo. Enfermedad, dolencia, depresión, deseo suicidio, tristeza, miseria, vicios, adicciones, hogares destruidos, hijos sin padres, padres, deuda e injusticias sociales son algunas de las muchas tumbas que se han alojado en muchos. Pero los que son de Dios no deben aceptarlo.

A no ser que los sufrimientos sean motivados por causa de la fe en el Salvador. En este caso, la injusticia, la persecución y la calumnia son parte de las tribulaciones y se convierten en bendiciones. -

jueves, 21 de febrero de 2013

No maldigaís


“Bendecid a los que os persiguen, bendecid y no maldigáis” (Romanos 12.14)
Así como hay autoridad en la palabra de bendición de los que son de Dios, también hay autoridad en la palabra de maldición proferidas por aquellos que no son de Dios. Tenemos que ser muy cuidadosos con nuestras palabras, especialmente cuando estamos enojados con alguien. Los que son de Dios nunca maldicen a nadie y tampoco pueden ser víctimas de alguna maldición.

martes, 19 de febrero de 2013

De espíritu a espíritu

"Porque los que viven conforme a la carne, ponen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu." (Romanos 8.5)

Debido a su naturaleza espiritual, la comunicación entre el Creador y el ser humano se lleva a cabo exclusivamente en el campo espiritual. Espíritu es espíritu. Los que viven según la carne de ninguna manera, pueden agradar a Dios. Porque ¿cómo puede alguien que es esclavo de los caprichos de la carne someterse al Espíritu de Dios? Es imposible. Quienes viven en la carne satisfacen los deseos de su corazón, pero quienes viven en el Espíritu Santo anhelan los deseos del propio espíritu.

sábado, 16 de febrero de 2013

Fé de Maria


“Respondiendo el Señor, le dijo: Marta, Marta, tú estás preocupada y molesta por tantas cosas;pero una sola cosa es necesaria, y María ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada”. (Lucas 10.41-43)

Como Marta, muchos han estado muy ocupados con muchas cosas. Es hasta natural, pero no es saludable para la fe. Cuando los pensamientos están ocupados con las cosas de esta vida, la fe difícilmente atiende a las necesidades urgentes. Eso es exactamente lo que el Señor Jesús estaba hablando con Marta. Poco se necesita; María, pues, escogido la buena parte. ¿Qué parte es la que usted ha escogido?

martes, 12 de febrero de 2013

Preeminencia


“Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia, y es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia,” (Colosenses 1.18)

El Señor Jesús Cristo es el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin, el Yo Soy el que Soy, Él es antes de todas las cosas, el primogénito, la Fuente de la Eternidad, el Pan de Vida, el Agua de la Vida, en Él todo subsiste porque Él es la plenitud de Dios. Él y sólo Él es digno de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza para EN TODAS LAS COSAS SER EL PRIMERO O TENER LA PREEMINENCIA, inclusive en nuestras propias vidas.
¿Será que Él aceptará compartir Su Trono en nuestras vidas con nuestro seres queridos o incluso con nosotros?

viernes, 8 de febrero de 2013

La Ternura del Corazón del Altísimo



“Mira desde el cielo, y ve desde tu santa y gloriosa morada; ¿dónde está tu celo y tu poder? La ternura de tu corazón y tus misericordias para conmigo se han restringido.”(Isaias 63.15)
Son infinitas las misericordias de Dios y la ternura de su corazón, muestra el gran amor que ha dedicado a la criatura humana. Pero nada puede detener su justicia, porque Su Santidad está sentada en ella. Por lo tanto, aquellos que tratan de abusar de la misericordia y el amor de Dios se verá frustrados y condenados. Pecado, misericordia y amor jamás combinan con Dios .

miércoles, 6 de febrero de 2013

Mismo Espíritu


“Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, distribuyendo individualmente a cada uno según la voluntad de El.” (1 Corintios 12.11)
Los que están poseídos por el Espíritu Santo tienen el mismo Espíritu. No importa su papel en la Iglesia del Señor Jesucristo, el Espíritu es el mismo. El uniforme y la unidad que el Espíritu Santo obra en todo es la fuerza de Su Iglesia. Cuando alguien está en desacuerdo, critica, tiene su propia opinión o algo por el estilo, sin duda no se tiene el mismo espíritu. En este caso, lo mejor que puede hacer es alejarse de esa persona.

martes, 5 de febrero de 2013

¿Hasta cuando???


 ¿O qué recompensa dará el hombre a cambio de su alma? (Mateo 16:26)

Todo lo que el Señor Jesús habló que tenía un objetivo claro, perfecto y bien definido. ¿Qué hay en este mundo o incluso en todo el universo que podría comprarse a la salvación de un alma? Nada. Sin embargo, hay quienes, dentro de las iglesias, no se han tomado en serio su propia salvación. Un día ellos son fieles al Señor, y al siguiente están cansados de Él. ¿Hasta cuándo?

lunes, 4 de febrero de 2013

No quites tu Santo Espíritu de mí



“No me eches de tu presencia, y no quites tu Santo Espíritu de mí”.  (Salmo 51,11)

Al hacer esta oración, el rey David expresó su temor más grande: la posibilidad de perder el Espíritu Santo de su vida. A la iglesia de Sardis, el Señor Jesús también prometió a los vencedores no borrar su nombre del libro de la Vida. En otras palabras, hay posibilidad de poder borrar el nombre del libro de la vida, y de perder el Espíritu Santo. La doctrina que afirma una vez salvo, salvo para siempre conlleva un espíritu de mentira en ella. No hay ningún fundamento bíblico.
Creo que fui salva, estoy salva y seré salva si, y sólo si, sigo siendo fiel hasta el final . Nunca puede relajarme con respecto a mi salvación.
OB: Aprovecho esta oportunidad para agradecer el cariño inmenso de los que se acordaron de mi cumpleaños. Es difícil dar las gracias a cada uno de los miles de personas que me han enviado emails felicitándome. Gracias a todos, en el nombre del Señor Jesucristo!

Antes que nada quiero decir que si no fuera por la misericordia de Dios, su fe y su sacrificio, hoy no estaría vivo, ¡y mucho menos salvo!
Nací dentro de una familia tradicional católica, descendiente de portugueses e indios. Mi tatarabuela tuvo dos hijos, que fueron cardenales de la cúpula de la Iglesia Romana. Debido a esa tradición, fui creciendo siempre pensando que un día sería también cardenal.
A los 8 años mis padres me matricularon como interno en un colegio católico, en la ciudad donde nací. Entré de cabeza para alcanzar ese objetivo y seguí los estudios. Pasada la etapa de la infancia, enseguida vino la adolescencia y empecé a trabajar más cerca de los padres parroquiales. Me hice monaguillo desde niño, e inclusive iniciaba novenas, rosarios y rezos.
Completado el 1° grado, me transfirieron a la capital, para continuar los estudios en un colegio mayor y mejor. En este período, fui tomando clases de teología, filosofía y liturgia – todo dentro de los parámetros del Vaticano. Tras dos años en este ritmo académico y religioso, comencé a tener serios problemas de salud y, con el correr de los meses y los años, comencé también a tener perturbaciones espirituales. Escuchaba voces, veía sombras y veía también fuego en los ojos de las imágenes, o veía que los bancos se movían violentamente. Sufría dolor de cabeza constante tan fuertes, al punto de no soportar la claridad y me ataba hasta alambre en la cabeza para intentar aliviar el dolor.
En medio de este período, pase de seminarista a novicio y me fui a vivir a Minas Gerais, para encuentros y retiros. Sin embargo, antes de salir de Goiás, había una señora, ya de edad, que trabajaba para mí y para todos los demás que vivían en el mismo edificio. Sin explicación, un día me abrí con ella y le conté todo lo que me estaba pasando. Yo era muy arrogante, nervioso, prepotente y maltrataba a las personas subordinadas, pero a ella no lograba maltratarla o humillarla. Yo no lo sabía, pero ella era miembro de la Iglesia Universal, de la que yo decía que era una iglesia protestante.
Después del período en Minas Gerais, regresé a Goiás. Estaba cada vez peor de salud, de carácter y de fe. Comencé a tener desmayos constantes. Nunca tuve inclinación hacia la homosexualidad ni hacia la pedofilia, a pesar de haber visto algunos casos de desvío sexual que sucedieron con personas cercanas.
Consultaba a mi director espiritual y él me decía que tenía que consultar a un buen psiquiatra, porque mi problema era normal, y que las visiones de sombras y la audición de voces serían eliminadas a través de la parapsicología. Intenté ese recurso, pero no sirvió: seguí peor, al punto de estar fuera de mí y no saber donde vivía (incluso estando frente a mi casa) ni quién era. Sin embargo, continuaba haciendo las misas, estudiando, dando clases y viajando.
El último año que estuve en la Iglesia Romana (ya con los votos de pobreza, castidad y obediencia temporales, dirigiéndome a los perpetuos) de un total de siete, fue el peor de toda mi vida. Todo lo que relaté hasta aquí de sufrimiento, angustia, depresión, enfermedades y perturbaciones, se multiplicó, y la señora de la que hablé anteriormente me confesó que ya estaba haciendo Campañas y cadenas de liberación hacía varios años para que yo fuese liberado de todos esos principados y también para que naciera del Espíritu Santo.
Me dijo que siempre ungía mis ropas con aceite de Israel y ponía sal consagrada en mi comida. Pocas veces, algunos pastores y profetizas de iglesias evangélicas intentaban dialogar conmigo, pero yo los corría con la escoba porque les tenía rabia a los creyentes, y no lograban nada. Ningún creyente de ninguna otra denominación conseguía dialogar conmigo, pero, por medio de la fe, perseverancia y sacrificio de esa señora, a quien también estoy eternamente agradecido, comencé a abrir la mente y a usar la inteligencia.
Quería tomar la decisión de desligarme para siempre de la Iglesia Romana, para buscar mi liberación. Fue una lucha interior gigantesca pero logré tomar la actitud de irme. Durante tres meses pasaba por la puerta de la IURD y no entraba, avergonzado, pensando que si algún parroquiano me viese entrar estaría perdido, porque nadie sabía aun que yo estaba oyendo, todas las noches, la palabra del obispo Macedo en la radio de la iglesia. Hasta que usé la cabeza y me dije a mí mismo: “¡No tengo nada que perder! Nadie me curó ni me liberó hasta ahora”. Y lo peor es que estaba haciendo de todo dentro de la iglesia Romana y no estaba seguro de mi salvación.
Fue un miércoles que entré decidido a todo o nada a la Iglesia Universal del Reino de Dios que, en esa época, estaba sufriendo la persecución infernal de la Red Globo y de la Iglesia Romana. Aquella noche la prédica, que duró 45 minutos, fue toda para mí. El pastor habló todo al respecto de la maldición de la idolatría, y enseguida, al final del culto llamó para un bautismo en las aguas. No sé explicarlo bien, pero en ese momento algo cambió dentro de mí. Decidí dejarlo todo para buscar una nueva vida, principalmente espiritual.
Entonces me dije a mí mismo: “¡Voy a abandonar todo lo que me une al Vaticano y voy a entregarme a este Dios Vivo!”. ¡Y me bauticé! Comencé a hacer las cadenas en la iglesia todos los días. Muchas veces iba y regresaba caminando durante cinco horas. Durante las oraciones fuertes de liberación temblaba como una hoja y sentía que salían montañas de mi cabeza y de todo mi cuerpo. No llegué a manifestar con garras ni de rodillas, pero estaba poseído hasta los pelos de mi cabeza. Lo que me liberó por completo fueron las enseñanzas de los domingos y miércoles. Fui totalmente curado de alma, de cuerpo y, principalmente en la mente, pues el fuego del Espíritu Santo entró y cambió mi carácter, mi genio, y me confirmó la certeza de la salvación, del nombre en el Libro de la Vida y de la corona de la vida.
Un detalle importante: cuando me fui de la Iglesia Romana, la desvinculación, aparentemente, fue tranquila. Pero, cuando la cúpula se enteró por intermedio de mi familia, de que había sido bautizado en la IURD, se pusieron furiosos y amenazaban diciendo que tuviera cuidado con mis palabras, porque podría sufrir consecuencias muy malas yo y mi familia.
Toda mi familia también se indignó fuertemente en contra de mi nueva fe, a tal punto que mi padre me amenazó con sacar mi nombre de su testamento, alegando que si no salía de la IURD no sería reconocido más como su hijo, y sí como la oveja negra de la familia.
¡En ningún momento dudé de mi bautismo y continué firme en la fe! Pero, confieso que fue un año de ataque total de todos y de todo. Ellos me enviaban recados a través de mi familia, intentando un nuevo acercamiento. Sin embargo, cuando el cardenal principal vio que yo estaba decidido en la fe, cambió de táctica y empezó a ofrecerme cargos, salario alto y bienes materiales. Todo eso para que volviera a ser soldado romano, aunque no fuese como padre sino como miembro activo.
Llegaron a decir que hasta podía irme a la Iglesia Bautista, Anglicana o Presbiteriana, pero no a la IURD. Yo no respondía ninguno de los recados enviados y ni concurrí a ninguna de las reuniones supuestamente marcadas, porque ya tenía conciencia de que era una trampa del engañador.
Empecé a trabajar comenzando una vida secular normal. Hasta que, aparentemente, dejaron de perseguirme. Después de mi liberación, entré en el grupo de evangelización, pues nació en mí un deseo de evangelizar –que antes no existía, debido a las frustraciones del pasado. En esa etapa fui sellado con el Espíritu Santo y, un tiempo después, levantado a obrero. Poco a poco fue despertando en mí un amor consciente y real, sin profesionalismo, por las almas sufridas. Cuando el pastor regional llamó a los que tenían el deseo de dejarlo todo para dar la propia vida en ofrenda por ellas, tomé la decisión de aceptar. Fui levantado a iburd y, consecuentemente, a auxiliar.
En ese momento ya estaba de novio con una obrera, que hoy es mi esposa. Cuando ella llegó a la IURD ya estaba de obrero y la ayudé en la liberación y en el nuevo nacimiento. Por increíble que parezca, sin ninguna segunda intención, pues ni pasaba por mi mente que ella era la tuerca y yo el tornillo.
Después de dos años como pastor soltero, nos casamos y, por la misericordia, fuimos consagrados algún tiempo después. Hicimos la Obra en la capital y en el interior de Goiás. Hasta como pastor de la IURD, sufrí también fuertes ataques de algunos superiores, que decían que yo era un jesuita escondido y que iba a traicionar a la iglesia. Decían que era falso y estaba infiltrado, mandado por los jesuitas.
Después de un tiempo ellos mismos traicionaron a la Iglesia Universal, haciendo el papel de un jesuita.
Después de seis años en Brasil, el Espíritu Santo nos envió a la República Dominicana, y estamos cumpliendo siete años aquí, luchando para salvar almas. Ahora, en el comienzo del año 2013, el Espíritu Santo nos está enviando a un desafío más: salvar almas en los Estados Unidos, para testimonio y para la gloria de nuestro DIOS, el Todopoderoso de Israel.
Hoy, si lucho para liberar un alma es porque tengo liberación, si lucho para salvar una y llevarla a JESÚS es porque estoy salvo y estoy en Cristo, si lucho para restaurar una familia o un matrimonio, es porque tengo una familia y un matrimonio sin falsa apariencia.
Quiero dejar el espíritu de estas palabras principalmente a esa persona que está sufriendo lo mismo que yo sufrí, o hasta peor y, tal vez a causa de un orgullo, de una tradición religiosa católica o incluso evangélica, no tomó la decisión de buscar con toda fuerza y sinceridad una liberación total y un nuevo nacimiento en una Iglesia Universal del Reino de Dios cercana a su casa. ¡Digo eso porque fue por la fe inteligente que vencí la maldición del rango religioso!
“Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo”. Juan 3:5-7
“… el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios, y un solo Mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a Sí mismo en rescate por todos” 1 Timoteo 2:4-6
¡Que Dios bendiga a todos!
Pastor Cleiton D. Siqueira.

Enseñanzas sobre imágenes

Nuestros amigo(a)s católico(a)s cuando tocamos con ellos el tema de las imágenes en las Iglesias y en sus casas, el cómo se inclinan an...